Los delincuentes aprovecharon el ingreso de albañiles para sorprender a la propietaria de la vivienda
MAR DEL PLATA. Los delincuentes aprovecharon que albañiles trabajaban en una casa para irrumpir en el lugar. Con la exhibición de armas de fuego y golpes, los ladrones controlaron en forma muy violenta a la propietaria y a los empleados y se escaparon con un botín estimado en más de un millón de pesos.
En la denuncia presentada ante efectivos policiales se detalló que al menos tres hombres participaron del asalto; hasta el momento, los investigadores no tienen sospechosos.
La damnificada confirmó la sustracción de equipos eléctricos, teléfonos celulares, algunos anillos y dinero en efectivo. Si bien no se informó de manera oficial, trascendió que los ladrones se escaparon de allí con unos US$ 7000 y casi $ 50.000.
Fuentes policiales aseguraron a LA NACION que el golpe lo dieron a plena luz del día en una vivienda ubicada en Galicia, casi en el cruce con Génova, en la zona sur de la ciudad. Los autores actuaron encapuchados, situación que todavía dificulta a los investigadores para identificarlos, aunque se esperan datos positivos de cámaras de seguridad públicas y privadas con las que creen que podrían reconstruir su fuga y destino.
En su relato de los hechos, la víctima señaló que está realizando mejoras en su casa por los que tiene operarios que ingresan y salen durante toda la jornada para hacerse de materiales que tienen en la vereda.
A primera hora los delincuentes ingresaron y como primer paso redujeron a los obreros que recién iniciaban sus tareas. Ya en el interior hicieron lo propio con la mujer, a quien maltrataron y ataron.
En la requisa por las distintas dependencias, que les demandó más de un cuarto de hora, se hicieron de distintos elementos de valor, entre ellos los billetes en moneda nacional y extranjera que terminaron de conformarlos para una rápida huida en el mismo automóvil en el que habían llegado al lugar.
El pedido de ayuda recién lo pudieron realizar minutos después del escape de los asaltantes, cuando pudieron librarse de las ataduras y pedir asistencia a vecinos para que llamesen a la policía.